CREO EN LAS HADAS, YO CREO, SÍ CREO

Campanilla no era mala del todo. A veces
era buena del todo. Pero las hadas son tan pequeñas que sólo tienen espacio para
un sentimiento



lunes, 31 de mayo de 2010

se acerca la segunda peli...


En el capítulo final de "Sex and the City", Carrie alegró a muchos de los seguidores de serie (incluyendome) cuando acabó con el amor de su vida, Big, y no con el egocéncrico y prepotente Aleksander Petrosvki que la llevó lejos de su casa para dejarla completamente sola y exponerla a su antojo como si de un nuevo reloj se tratara.

Después de casi 100 episodios, la vida amorosa de la columnista sobre sexo de Nueva York finalmente se resolvió: Carrie, regresó a Manhattan con Big, el empresario con quien mantuvo una relación interrumpida desde el primer capítulo de la serie. Con el que nunca fueron nada, pero siempre fueron todo. Ella intentó olvidarle pero siempre aparecía, siempre era él y, desde el principio, para ella era el único. El problema era que ella esperaba lo mismo de él y hay hombres a los que no se les puede domar. Son así y punto. Sin embargo, cuando Big vio desaparecer a Carrie, se dio cuenta de que ella también era "su chica" y fue corriendo a buscarla. Hasta Miranda, que nunca había aprobado la relación de Carrie con Big, le pidió por favor que le "trajera a esa chica a casa".

Las tres mejores amigas de Carrie también tuvieron finales felices:

Pero antes, Carrie tuvo que enfrentar su error de abandonar su ciudad, a sus amigas y su vida para estar con Aleksander."Soy una persona en busca de amor, un amor verdadero ... un amor en el que uno no puede vivir sin el otro", le dijo Carrie al artista, "y no creo que ese amor esté aquí".

Momentos después, Big, quien por fin entró en razón y atravesó el océano para buscarla, la encontró sola en el vestíbulo de su hotel en París, llorando y completamente abatida por las malas formas de Pretosvki. Justo cuando apareció Big,Carrie había vuelto a encontrarse a sí misma, al encontrar en el forro del bolso ese collar que tanto le caracterizaba con su nombre y que el ruso había cambiado por uno de brillantes.

"Realmente me costó mucho llegar hasta aquí", le dijo Big, "pero aquí estoy: Carrie, tú eres la única". Esa era la frase que Carrie llevaba esperando escuchar años y años, TU ERES LA UNICA, ninguna más. Fue la mejor declaración que Big le podía haber hecho.

Y para cerrar con broche de oro, Big, el hombre conocido sólo por el apodo de Carrie, la llamó a su teléfono movil y todos los seguidores por fin pudimos conocer su verdadero nombre: en la pantalla del teléfono aparecía "John".

lunes, 24 de mayo de 2010

EL SÍNDROME DE CAMPANILLA




Campanilla comete el grave error de sentirse celosa de la petarda de Wendy, y de la otra petarda de Tigridia, y hasta de las sirenas, que cada día tratan de embaucar tanto a Peter, como a cualquier otro que se les acerque. La pobre Campanilla ha pasado al imaginario colectivo como la alegoría de los celos, capaz de traicionar a su amado Peter Pan porque no le dedica especiales atenciones e incluso se centra más en la ñoña de Wendy, con su recatado camisoncito azul que en ella. Así, existe no sólo el síndrome de Peter Pan, sino también el de Wendy, que se siente imprescindible y con constantes deseos de concederle todos los caprichos al niño que, sin referentes femeninos válidos, busca en la niña a una mamá que le cuide y satisfaga sus caprichos y exigencias.
Campanilla es esa parte de nosotros que hace cosas insospechadas de las que siempre acabamos arrepintiéndonos, la que dice aquello que deberíamos callar. Además, ella también cuida de Peter, está dispuesta a dar la vida por él y lo demuestra, pero sin la cursilería y ñoñería de Wendi. Aunque sea pequeña, también le gusta complacerle y darle sus caprichos pero no como si de su madre se tratara. Es algo más, su inseparable amiga, su confidente, su todo... a ella es a quien de verdad le preocupa que Peter sea feliz, y no quiere que crezca como la otra petarda que está todo el día ocecada en llevárselo a Londres para que madure. ¡Pero si a él le gusta ser un niño! Además, si dejara de serlo, perdría todo su encanto.
Campanilla fue mala alguna vez y fue por los celos....pero no era mala del todo, de hecho no era ni mala ni buena del todo porque las hadas son tan pequeñas que no pueden albergar más de un sentimiento y ella nunca dejaba de amar a Peter Pan.
Después entendió que amar no es poseer, sino dar libertad...
Ahora, aunque sigue sola, ama...con toda su alma...
Peter Pan la ve...dice que cuando hablan, a ella se le ilumina el rostro y le brillan los ojos...
Aunque Campanilla sea muda, yo le doy voz y voto, porque me encantan sus piernecillas blanquitas y su cinturita de avispa, su ceño fruncido y su coletita bien alta, marcando estilo -que sólo algunas mujeres privilegiadas son capaces de llevar con dignidad; las hay que prefieren la coleta baja, a la nuca, como Wendy, para no destacar, todo muy natural- , y nuestra parte infantil que pervive, que se enfada y se irrita cuando olvidamos, como adultos, que la vida, sencillamente, es como es y no como nos gustaría que tuviera que ser.
La primera vez que escuché la canción “El hada” de E. Bennato, un cantante italiano, sin saber que hablaba de Campanilla, me pareció que hablaba de todas las mujeres valientes y apasionadas del mundo, de todas las mujeres que se meriendan a Wendy y luchan por su Peter Pan pero que se mueren, irremediable y lentamente cuando alguien deja de creer en ellas. Si piensan que no existen o no ven más allá del envoltorio ellas se marchitan, en el País de Nunca Jamás…